El proceso de duelo: por qué duele tanto y cómo entender sus etapas
- Psicóloga Fernanda

- 30 sept
- 4 Min. de lectura
Perder a alguien o algo que amamos es una de las experiencias más difíciles de la vida. El duelo es un proceso natural que vivimos cuando enfrentamos una pérdida, y aunque cada persona lo atraviesa de manera única, la psicología nos ofrece herramientas para comprenderlo y darle un sentido a lo que sentimos.
Hablar de duelo no es solo hablar de muerte. También aparece cuando terminamos una relación, perdemos un empleo, cambiamos de etapa vital o dejamos un proyecto personal. En todos estos casos, lo que duele es que algo valioso para nosotros ya no está.

“El examen de la realidad ha mostrado que el objeto amado ya no existe más, y demanda que toda la libido sea retirada de sus enlaces con ese objeto. Contra ello se alza una comprensible resistencia: en lo general se observa que el hombre no abandona de buen grado una posición de libido, aun cuando ya se le ofrezca un sustituto. Esa resistencia puede ser tan intensa, que dé lugar a un apartamiento de la realidad y a la conservación del objeto por medio de una psicosis alucinatoria.”
— Freud, Duelo y melancolía (1917).
El proceso de duelo: etapas y por qué duele tanto según la psicología
El duelo es una de las experiencias humanas más universales y, al mismo tiempo, una de las más complejas. Se trata de una reacción natural ante la pérdida, ya sea de un ser querido, una relación, un empleo o incluso un proyecto vital. Desde la psicología, entender el proceso de duelo y sus etapas no solo ayuda a darle un sentido al dolor, sino que también ofrece un mapa para transitar por él de forma más saludable.
¿Qué es el duelo desde la psicología?
El duelo se define como el conjunto de reacciones emocionales, cognitivas, conductuales y fisiológicas que aparecen tras una pérdida significativa (Worden, 2004). Aunque a menudo se asocia únicamente con la muerte, en realidad se presenta en cualquier situación en la que se pierde algo valioso para la identidad o la vida de una persona.
La psicología del duelo nos muestra que este proceso no es lineal ni universal. Cada individuo lo experimenta de forma distinta, dependiendo de factores como la personalidad, los recursos emocionales, la red de apoyo social y la naturaleza de la pérdida (Neimeyer, 2012).
Las etapas del duelo
La psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross (1969) propuso uno de los modelos más conocidos para explicar las etapas del duelo, que aunque no siempre ocurren en el mismo orden ni con la misma intensidad, sirven como marco de referencia:
Negación: la persona se resiste a aceptar la realidad de la pérdida. Se trata de un mecanismo de defensa que amortigua el impacto emocional inicial.
Ira: aparece frustración, enojo o resentimiento hacia uno mismo, hacia otros o incluso hacia la persona perdida.
Negociación: se buscan explicaciones, promesas o acuerdos internos (“si hago esto, quizá el dolor desaparezca”).
Depresión: surge una tristeza profunda, acompañada de apatía, fatiga y sentimientos de vacío.
Aceptación: se asimila la realidad de la pérdida y la persona comienza a reconstruir su vida con la ausencia.
Este modelo ha sido enriquecido con aportes posteriores, como el enfoque de William Worden (2004), quien plantea que el duelo implica tareas: aceptar la realidad de la pérdida, procesar el dolor, adaptarse a un mundo sin la persona o situación perdida y, finalmente, encontrar una manera de continuar con la vida manteniendo un vínculo simbólico saludable con lo que ya no está.
¿Por qué duele tanto el duelo?
El dolor del duelo tiene una raíz psicológica y biológica. Diversas investigaciones muestran que el cerebro responde a la pérdida de un ser querido de manera similar a como responde al dolor físico (Eisenberger & Lieberman, 2004). Esto se debe a que las conexiones emocionales activan circuitos neuronales vinculados a la supervivencia y al apego.
Desde la psicología del apego (Bowlby, 1980), el duelo se entiende como la respuesta natural ante la ruptura de un vínculo significativo. Cuando perdemos a alguien con quien hemos construido un lazo afectivo, nuestro sistema de apego se activa generando ansiedad, tristeza e incluso síntomas físicos como insomnio o fatiga. En otras palabras, el duelo duele porque toca las fibras más profundas de nuestra necesidad de conexión y pertenencia.
El duelo como proceso de transformación
Aunque el proceso de duelo es doloroso, también puede convertirse en una experiencia de crecimiento personal. La psicología positiva y la logoterapia han mostrado que, en muchos casos, las personas logran resignificar la pérdida, encontrar un propósito y desarrollar una mayor resiliencia (Frankl, 1946).
Aceptar el dolor, permitirse sentir y buscar apoyo psicológico o social son pasos fundamentales para atravesar el duelo de manera más sana. Negarlo o reprimirlo, por el contrario, puede derivar en un duelo complicado, con síntomas persistentes de depresión o ansiedad.
Reflexión final
El duelo es un viaje inevitable en la vida. Comprender sus etapas, reconocer por qué duele tanto y aceptar que se trata de un proceso natural, permite a las personas transitarlo con mayor compasión hacia sí mismas. La psicología del duelo nos recuerda que el dolor no es señal de debilidad, sino la manifestación del amor y del vínculo que nos unía a lo que hemos perdido.
Como profesionales, es fundamental acompañar este camino con escucha, validación y herramientas terapéuticas que faciliten la elaboración del dolor y la construcción de una nueva forma de vivir con la ausencia.



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